jueves, 27 de noviembre de 2008

Welcome to shanghai!

Bueno, esto ya se está demorando mucho; es hora de empezar a relatar mis chino experiencias que si no luego se me acumula todo. Vamos a ello pués.

A pesar de haber estado antes en Shanghai, fue solo durante una semana, la mitad de la cual la pasé visitando proveedores en otras poblaciones chinas así que lo que es la ciudad en si la conocía muy por encima, a pesar de que llevo 6 meses empollándome cada guía existente sobre la ciudad. Incluso el Heraldo de Tordecillas llevaba un articulo acerca del cultivo de pepinillos verdes en las orillas del río Huangu que leí con autentica devoción.

Los días previos a mi marcha me los pasé entre durmiendo y emborrachándome para no pensar demasiado pues mi acojone alcanzaba niveles estratosféricos, pero la mañana del día de mi partida una calma chica se apoderó de mi. Solo quería subirme al avión y dejarme llevar por los vientos elíseos (metáfora de Air France, para aquellos con poca sensibilidad poética) hasta esta oriental y extraña mega urbe que me acogería (o no) durante el próximo año.

Después de despedirme de mis queridos progenitores, de regatear fructíferamente con una preciosísima chica el precio del sobrepeso de mi maleta y de hacerme amigo de un empresario chino que iba a Shanghai a una recepción con el alcalde de Barcelona (que dices ¿por que no quedáis en el ayuntamiento ahí en plaça Sant Jaume?) me subí al avión, escala en París (es una putada que tu último contacto masivo con europeos sea precisamente con FRANCESES)vuelta al avión donde cené un delicioso plato de arroz con pollo al curri (adoro la comida de avión, en serio) y me quedé frito durante 10 horas seguidas gracias a una sobredosis de ansiolíticos y cerveza. Por mi unos terroristas podrían haber tomado el control, aterrizar en Palestina, ser aniquilados junto a la mitad de la tripulación por el MOSSAD y enviarlo de vuelta a China que no me habría enterado.

Una vez en el aeropuerto de Pudong tu vida se da la vuelta y caes en espiral por una madriguera de conejo, aterrizando de culo en China. Todos los carteles en inglés que quieras, aeropuerto modernísimo y un nivel mínimo de inglés si. Pero TODOS chinos, lleno de caracteres chinos, olor a china, tics y frikadas chinas. Es imposible abstraerse de que estás en la otra punta del mundo en un sitio donde eres muy, muy extranjero. Encima, solo.

foto de tigazzo en 6/11/08


Por suerte soy un tipo resuelto y en la caseta para cambiar dinero encontré unas victimas potenciales para mis propósitos.

Dos chavales jóvenes, con las letras ESPAÑA gravadas a fuego en la frente estaban haciendo cola para cambiar dinero, así que me puse detrás y a la mínima que pude me metí en la conversación.

En 20 minutos estábamos los tres subidos en el Maglev, el tren magnético que lleva del aeropuerto a la ciudad, contándonos nuestras vidas e intercambiando teléfonos. Well done Freddy!

Una pena que lloviera por que el Maglev no alcanzó sus famosos 430 km/hora y se quedó en unos discretos 320km/h (que ya quisiéramos para nuestro AVE).

El trayecto en taxi desde el centro de Pudong hasta el centro de Shanghai es una cosa impresionante, pasas de calles anónimas, todas iguales, oscuras y sin vida, a un sinfín de luces, coches, carreteras elevadas, edificios de mil formas y colores, neones, sonidos etc. que en ese instante, mezclado con la lluvia, nos trajo a la memoria la L.A. de Blade Runner.

Después de dar la vuelta por el impresionante ring de hasta 5 pisos de carretera que une la autopista con la ciudad, cruzamos algunas avenidas y llegamos a nuestro destino, nos despedimos y me fui al apartamento que había alquilado temporalmente.

Mas o menos tenía idea de por que zona estaba, cerca de Jing´an Temple, al lado de mi oficina, pero cuando el taxi me dejó en frente de mi Compound (Complejo de viviendas), no tenía la menor idea de donde me encontraba.

Encima llovía, hacía viento, era oscuro etc.

Llamé a la chica de la agencia que me había alquilado la habita y me guió por el compound hasta mi apartamento, donde una china me esperaba para darme las llaves. La tipa no hablaba ni un poco de inglés, así que no entendía nada de la situación ni podía hacerle preguntas. Finalmente llamó a la chica de la agencia y me contó que estaría solo todo el fin de semana, que hasta el lunes no venía nadie más. La china me dio las llaves, el password de la puerta de entrada y se fue.

El apartamento era bastante espacioso y bonito, y mi habitación mas grande de lo esperado, pero me sentía completamente solo y perdido en ninguna parte, sin saber que hacer. Me daba miedo que todo fuera un timo, que me fuera del apartamento me robaran mis escasas pero valiosisimas pertenencias y que no pudiera volver a entrar. Empecé a enparanoiarme y a pensar cosas raras hasta que decidí que le dieran por culo a todo y me salí a la calle a caminar hacia algún sitio que conociera para no sentirme tan perdido.

foto de tigazzo en 7/11/08

foto de tigazzo en 25/11/08


Era tarde, llovía y por la calle apenas había gente, además la calle de mi apartamento a Jing´An y a Nanjing Lu (sitios que mas o menos conocía) estaba completamente en obras, oscura y sucia, haciéndome sentir a mi aún más desamparado y dejado de la mano de dios.

Llegué a Jing´An donde la familiaridad del Templo y su viva iluminación me infundieron algo de ánimo, ¿O quizás era Buda que me daba la bienvenida, arropando un poco a un pobre laowai (así nos llaman a los extranjeros)?

Con un poco mas de ánimo camine durante media hora a lo largo de todo Nanjing hasta People´s Square, recordando esta concurridísima avenida comercial, una de las más transitadas del mundo, repleta de tiendas de lujo,restaurantes caros, bancos, hoteles, edificios de oficinas etc.

Como la lluvia estaba empezando a calar, decidí acercarme al Barbarrosa, un bar muy pijo pero bonito que hay dentro de People´s Square.

El lugar es una especie de lujosa casa de tipo pseudo marroquí, construida en medio de un lago que hay dentro del parque. Subí al piso de arriba, donde una jaima enorme alberga un bar siempre repleto de laowais, chinos adinerados y chinas buscavidas (éstas últimas están en todos los bares pijos de shanghai). Me tomé un par de cervezas a precios desorbitados y un ron con cola, pero el achispamiento no me produjo el efecto deseado, si no que me sentí aún mas solo y miserable. Entonces decidí que lo mejor sería ir directo al grano y meterme en el meollo de pies a cabeza. Pedí a un camarero que me escribiera en chino la dirección del Rouge.

El Rouge es un club super pijo en el Bund, que está formado por una serie de edificios coloniales enormes junto a la orilla del Huangu, enfrente de la espectacular y modernísima zona de Pudong, al otro lado del río, donde dos de los edificios mas altos del mundo se levantan orgullosos compitiendo entre ellos junto a otros no tan altos pero no menos impresionantes, presididos todos por La Oriental Pearl Tv tower, un pirulí repleto de luces de colores que cambian y bailan durante la noche.

foto de tigazzo en 11/11/08

La zona nocturna del Bund es realmente un pestiño, es solo para mega pijos forretis o chinos que quieren aparentar y muertos de hambre con ganas de dárselas de millonetis.
Eso si, el nivel de mujeres es absurdo y aquí estaba seguro de que podría hablar con alguien. Las putas de lujo.

Llegué al sitio, entré sin pagar aprovechando el despiste de un segurata y me apalanqué en la barra para pedir una copa. El sitio estaba hasta la bandera, con cientos de laowais de todas las edades bailando como locos a ritmo de House, mientras los chinos ricos bebían una botella tras otra de champagnes carísimos y vinos a precios ridículos sentados en mesas privadas.

Tal como esperaba, a los 3 minutos de estar sentado se me acercó una china despampanante, una cosa de otra dimensión y empezamos a hablar. Su inglés era más bien rudimentario y no daba mucha conversación, pero no tan poco como para que a los 3 minutos ya me preguntara si quería ir a su casa. Le dije que no y se fue. Fui al baño, me volví a sentar y otra china acojonante apareció a mi lado. Misma conversación, “de donde eres, cuanto hace que estás aquí, vienes mucho, vamos a casa” y mismo final, adiós. La verdad es que no me estaban salvando la noche precisamente. Pero luego ocurrió la primera de mis casualidades Shanghainesas. Por que Shanghai es una ciudad de casualidades. Ocurren constantemente a todo el mundo. Hables con quién hables te contará docenas de anécdotas en las que alguien se encuentra a un amigo de la infancia o a alguien del colegio o conoce a alguien que resulta que es amigo de su primo o cualquier otra de las combinaciones que se os puedan ocurrir. El caso es que antes de venir a Shanghai, estuve mirando apartamentos compartidos y contacté con una chica que alquilaba una habitación. Al final no me la quedé por que se me atrasó el viaje pero seguí en contacto con ella vía Facebook.

Así que menuda sorpresa la mía cuando la veo en medio de la multitud bailando como una posesa. Me levanté dejando a otra puta a media conversación y fui a hablar con la chica, que al reconocerme también alucinó bastante. Hablamos un rato y luego me dijo que se iban a otro sitio pero yo decidí que ya era hora de ir a casa, pues llevaba ya un tute bastante serio. Nos despedimos y me subí a un taxi. Mientras le mostraba la dirección de mi apartamento en chino al taxista, una tipa escandalosamente guapa se subió conmigo, a lo que le pregunté:
-¿Que haces?
-Acompañarte a tu casa.
Os mentiría si dijera que en ese momento, perdido en una ciudad desconocida, solo y con el morro y lo que no es el morro algo caliente, no se me pasó por la cabeza decirle que si, que adelante que la noche es joven y la ciudad está llena de máquinas de condones. Pero después de pensarlo detenidísimamente durante 2 milésimas de segundo le dije que no, que gracias pero que no.

Cerró la puerta y el taxi me llevó a casa.

La clave de entrada funcionó y aparentemente no me habían robado nada, así que algo menos nervioso me duché y me acosté, era hora de descansar.






Pues no!

Por que nadie había tenido la amabilidad o deferencia de contarme que los chinos duermen en PUTAS PIEDRAS.

Usan unos colchones extra durísimos, pero una cosa muy exagerada. Nivel de flexibilidad del orden del 0,3% máximo, una auténtica cabronada. Para que os hagais una idea, hay un anuncio en la tele china donde un tipo se despierta, levanta el colchón y tiene el traje debajo completamente planchado...

Por suerte mi cansancio se impuso a la incomodidad y me quedé frito inmediatamente.

Hasta las 6. Cuando la combinación entre amaneceres tempranos y falta absoluta de persianas en toda china me dieron una agradabilísima bienvenida a un nuevo día. ¡Gracias!

No hay comentarios: